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La historia de Orlando tras vencer al cáncer de recto.

Orlando compartió su inspiradora historia de recuperación tras una cirugía de cáncer de recto realizada por el doctor Nicolás Avellaneda.

Todo comenzó cuando Orlando notó cambios en su cuerpo: “Empecé a ver cosas raras, iba al baño y veía sangre en las heces”. Preocupado, se sometió a una colonoscopía, donde se confirmó la presencia de un tumor. La recomendación fue clara: necesitaba una operación urgente. Fue entonces cuando lo derivaron al doctor Nicolás Avellaneda, quien no solo asumió el desafío médico, sino también lo acompañó a resolver un problema administrativo con su obra social.

Antes de la operación Orlando enfrentó opiniones contradictorias. Algunos le sugerían tratamientos alternativos, pero él decidió seguir el consejo de Avellaneda. “Me dijo: ‘Tenés que operarte’. Su convicción me dio confianza ciega y no me arrepiento de haberlo escuchado”, recordó. El día de la cirugía, que duró cinco horas, no estuvo exento de imprevistos. La obra social envió una sutura mecánica incorrecta sobre la hora, pero Avellaneda solucionó el problema consiguiendo el material adecuado. “Fue un proceso post pandemia complicado, donde los tiempos eran otros, pero gracias a él todo salió bien”, agregó.

La cirugía consistió en una resección minimamente invasiva del segmento de recto afectado, junto con la grasa que rodea el tumor y contiene los ganglios peritumorales. Tras la cirugía, Orlando estuvo internado cuatro días. Aunque al principio admite que el miedo lo paralizaba, la insistencia del doctor en que comenzara a moverse lo motivó a superar sus temores. “Nunca me había operado y tenía pánico, pero al día y medio de empezar a moverme ya estaba caminando y me dieron el alta”, resaltó. El tratamiento continuó con tres sesiones de quimioterapia y quimio en pastillas. Hoy, cuatro años después, sus estudios de control siguen siendo normales, sin signos de recaída de la enfermedad.

La experiencia lo llevó a adoptar un estilo de vida más saludable. “Cuidarme fue una decisión mía. Cambié radicalmente: tomo más agua, casi no consumo harinas y disfruto una copa de vino de vez en cuando. Me siento mejor que antes de la operación”, manifestó e hizo hincapié en el impacto emocional del proceso: pasó de despedirse de sus hijos a abrazar la vida con una nueva perspectiva. “Hoy trato de viajar, disfrutar y preocuparme menos. Aunque no es motivo de alegría todo lo que me tocó pasar, hoy puedo decir que veo resultados positivos”, reflexionó.

“El apoyo de mi familia fue fundamental, por eso a alguien que esté atravesando la misma situación que yo le aconsejo que se aferren a quienes más quieren y confíen en los médicos y cirujanos. Yo hoy puedo decirles que haría exactamente lo mismo que hice”, agregó y concluyó: “Avellaneda no solo me dio confianza, sino que me ayudó a tomar la mejor decisión para mi salud. Estoy agradecido por su profesionalismo y por acompañarme en este proceso. Hoy 4 años después de la cirugía nos seguimos viendo y hablando por teléfono, con Avellaneda uno no cuenta con un cirujano sino, como dice él, con un amigo al que cada tanto vas a ver para ponerse al día, independientemente de que te tengas que operar o no”.

Orlando es un ejemplo de resiliencia y superación. Su historia inspira a otros a enfrentar el cáncer con determinación, confianza y una actitud positiva hacia la vida.

La historia de Olivia: la importancia de la detección temprana

La historia de Olivia refleja la importancia de la medicina preventiva y la confianza en los profesionales de la salud. Siempre estuvo en alerta debido a su historia familiar: su padre falleció de cáncer de colon, lo que la motivó a realizar controles periódicos con un gastroenterólogo. Fue durante estos exámenes que comenzaron a detectar pólipos. En 2019, uno de ellos resultó ser un pólipo sesil con una úlcera, aunque sin signos malignos. Sin embargo, en 2021, después de posponer los controles por la pandemia, regresó para realizarse un nuevo estudio y recibió un diagnóstico inesperado: cáncer neuroendocrino localizado en el recto.

La noticia tuvo un impacto profundo para Olivia. “Me asusté mucho. Mi padre había tenido un cáncer diferente, pero la palabra cáncer trae consigo muchos fantasmas”, relató. En medio de su incertidumbre encontró al Dr. Nicolás Avellaneda, quien no solo le brindó un plan claro, sino también contención emocional. “Avellaneda me ayudó muchísimo. Llamó a la oncóloga Julieta Graselli, consiguió una cita rápida, y en menos de dos meses ya estaba operada. Fue un proceso fluido a pesar del rebrote de COVID que hubo durante ese periodo”, recordó.

La operación pudo ser realizada por vía minimamente invasiva, y fue exitosa. La misma consistitió en sacar el segmento de recto donde estaba localizado el tumor, junto con los ganglios que estaban alrededor de ese segmento de intestino, realizando luego una unión entre el colon y el recto con una sutura mecánica, sin necesidad de realizar un ano contranatura.

Olivia estuvo cinco días internada, acompañada por sus hijas. “Tuve algo de dolor, pero tenía unas incisiones muy chiquitas y evolucioné rápidamente. No tuve que hacer tratamientos adicionales debido a que el cáncer era poco agresivo y estaba localizado”, explicó. Ahora, solo se somete a controles semestrales para monitorear su salud, los cuales hasta el momento han mostrado resultados favorables, a 4 años de la cirugía.

El camino no fue fácil. Olivia recuerda el shock inicial y las emociones encontradas. “Fue como encontrarme con un monstruo. Lloré mucho, pensaba que iba a morir. Pero luego me calmé y me concentré en accionar, en hacerme los estudios necesarios. Esa acción me ayudó a no paralizarme. Como dice siempre el Doctor Avellaneda, hay que ocuparse, no preocuparse”, confesó.

En la misma línea, destacó la importancia de la medicina preventiva, un hábito inculcado por su madre. “El cáncer es silencioso y detectarlo a tiempo hace la diferencia. Es fundamental hacerse chequeos periódicos y enfrentar la situación con valentía”, afirmó. Hoy, más confiada y tranquila, Olivia vive agradecida por el equipo médico que la acompañó en este desafío y por la oportunidad de seguir adelante.

“El Dr. Avellaneda fue clave en mi recuperación. Su empatía y profesionalismo hicieron que me sintiera contenida y respaldada en todo momento, y aún hoy, varios años posteriores a la cirugía, nos seguimos comunicando por teléfono y nos vemos en consultorio para controlarme y charlar”, concluyó Olivia, quien se encuentra en buen estado de salud y disfrutando de su arte.